Escuchaba por aquí y leía por allá acerca de ‘Stranger Things’, la serie que recién había estrenado Netflix y parecía encantar al público con firmeza.
Debo confesar que a veces me seduce seguir los gustos del común denominador, solo para tener una opinión basada en mi experiencia y no, nunca, repetir lo que escuché que dijo el otro día alguien que iba cruzando la avenida.
El punto es que, tomé mi tablet, entré a Netflix, seleccioné el primer capítulo de la serie y a mitad de episodio me empecé a quedar dormido, también es verdad que ese día estaba agotado.
Sin embargo, decidí darle una segunda oportunidad porque la curiosidad por saber qué había pasado con Will me generaba ansias. Y es que hay que decir que a veces el amor no llega a primera vista, porque ese segundo intento fue definitivo para poder adentrarme en los años 80, específicamente en Indiana [USA].
Durante días he estado pensando cómo describir ‘Stranger Things’ sin que suene ridículamente infantil, pero difícilmente he encontrado un camino hacia ello…
La serie gira en torno a Eleven, interpretada por Millie Bobby Brown, quien sólo tiene 12 años y hace una interpretación impecable. Su personaje es de una niña que posee superpoderes y, por años fue usada por una potente organización para hacer experimentos hasta el momento que logra escapar y encontrarse con 3 niños más que han perdido a su amigo en el bosque.
Luego de esto, una serie de inexplicables desapariciones y hechos comienzan a suscitarse en la ciudad y a medida que los capítulos transcurren aparecen monstruos, una realidad paralela y una majestuosa ejemplificación de lo que es una verdadera amistad.
La segunda temporada ya está confirmada y no puedo esperar para que se estrene. Así que solo me resta recomendarles, con los ojos cerrados, esta extraña serie de los hermanos Duffer que llegó para quedarse.
PD: No soy amante de la ciencia ficción, pero ‘Stranger Things’ bien merece la pena.
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