Las últimas semanas mientras trabajaba, esta canción llamada ‘Somewhere only we know’ sonaba constantemente en la radio, yo la conocía y me gustaba, la había oído por primera vez en el trailer de ‘The Little Prince’ y así fue como, luego de tararearla e intentar cantarla, sentí el impulso de que debía ver la nueva cinta basada en el texto de Antoine de Saint-Exupéry y producida por Netflix.
La película como cualquier otra adaptación, no escapa de ser infiel al texto original pero no se podía esperar nada más que eso, cuando el libro con mucha avidez se puede devorar en solo un par de horas.
Por ello, el director Mark Osborne insertó dos nuevos personajes que le dan un giro importante a la historia, pero la mantienen intacta??. Se trata de ‘La Niñita’ y su ‘Madre’, quienes se transforman en un ejemplo tan claro de nuestro presente que no sería coincidencia si más de uno se ve reflejado en ellas.
Es así como, ‘La Madre’ quien está soltera y posee un inexistente apoyo por parte del padre, se convierte en la verdugo de su hija, no por mal, sino porque en su profundo deseo de forjarle un futuro perfecto, se olvida que está destruyendo su niñez. ¡Lo esencial es invisible a los ojos!
Por su parte, ‘La Niñita’ acostumbrada a vivir bajo un régimen casi militar, se ve seducida y perturbada por los escritos de su vecino, un ‘loco’ aviador que conoció hace años a un ‘Principito’ que cambió su vida desde que le pidió que le dibujara una oveja.
No busco alargarme más y/o volverme spoiler, así que debo decirles que es una delicia de película que merece ser vista y escuchada con todos los sentidos alertas. El Principito es de esas historias que no importa cuántas veces la veas/leas siempre te va dejar un mensaje diferente o al menos, un recordatorio de que crecer físicamente no es opcional, pero mantener al niño que una vez fuiste sí lo es y esa, siempre será la única alternativa que te brindará felicidad.